
Cuando me levanté, el sol brillaba con fuerza y pensé que sería un buen día, pero me equivocaba.
Me fuí a casa de mi abuela con mis primos, y fuimos a su huerto a plantar unas semillas, cuando de detrás de unos ladrillos, salían maullidos. Miramos, y sacamos de allí 4 gatitos blancos como la leche. Avisemos a mi abuela y ella cogió 3 gatos. Nosotros, esperanzados, la seguimos, y cuando vimos aquella imagen nos invadió una rabia, una tristeza, algunos sentimientos fuertes e incontrolables, algo que hacía que que sintiésmos una impotencia incontrolable: Mi abuela tiraba contra el suelo a los gatos, y después los puso en un cubo de agua con un ladrillo encima y murieron.
Nuestra abuela iba a por el último, pero le mentimos y salvamos al gato. Fuímos a ver, con el gato, a la madre de mis primos, y se lo quedaron.
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